Corría el año 2018. Andaba con mi amigo Enrique recorriendo Sudamérica en un intento de buscar experiencias distintas a la rutinaria vida universitaria. A principios de mayo, después de haber hecho varios voluntariados con fauna salvaje , íbamos camino al sur de Argentina. A cualquier amante de la fauna que pise el país le recomendarían ir a la famosa Península de Valdés. Un lugar mágico donde se reúnen cientos de especies marinas diferentes. Nosotros fuimos en busca de Orcas.
Mucha gente nos había hablado de lo que allí ocurría. El varamiento intencionado de las orcas. Algo exclusivo del lugar. En ninguna otra parte del mundo se puede ver algo así. Teníamos la suerte de poder estar allí pero lo que no tuvimos fue la suerte de verlo. El día anterior habían visto un grupo de 10 orcas. El día que fuimos no vimos ni una aleta salir del agua. Un grupo de 14 dio los buenos días a los más madrugadores el día siguiente. Lo volvimos a intentar. Nada. Pasaron dos días y un amigo volvió al hostel contando que había presenciado una caza exitosa. «El lobito marino volaba por los aires con las tripas fuera» nos narraba.

Estaba claro que alguien había decidido que ver a las orcas de Península de Valdés no era parte de nuestro viaje. Sí lo fueron los guardaparques que entre mates nos contaban todo lo que habían podido investigar sobre el grupo que frecuentaba la zona. Nosotros, por aquel entonces completos ignorantes sobre el tema, no sabíamos ni que cada familia es completamente diferente de las demás.
¿Son todas las orcas iguales?
Antes de analizar las mejores estrategias de caza de las orcas, es importante que entendamos algo de su organización social y comportamiento ecológico. Lo primero que debemos saber es que las orcas habitan todos los océanos de la Tierra. Sin embargo, no todas las familias son iguales. Además de algunas pequeñas variaciones físicas, las familias de orcas se diferencian unas de otras por su estilo de vida. Mientras a algunas les gusta viajar y llevar una vida nómada, otras viven fieles a sus raíces y nunca abandonan su hogar. Así, quedaron divididas por los investigadores como, transeúntes y migratorias. Un buen ejemplo son las orcas que viven en el Pacífico Norte. Las residentes forman grandes manadas, frecuentan siempre los mismos sitios y se alimentan de peces. Las transeúntes forman manadas más pequeñas y se alimentan de mamíferos marinos mientras visitan varios lugares costeros.

La investigación en el campo de las orcas ha evolucionado mucho y cada vez se describe más sobre ellas. Por ello, cada tanto, los investigadores describen nuevos ecotipos. De las orcas del Pacífico Norte se ha descubierto un nuevo ecotipo: las oceánicas. Orcas que forman grandes manadas pero viven en mar abierto sin acercarse mucho a la costa, y que además, presentan poco dimorfismo sexual, a diferencia de la gran mayoría. ¿Están relacionados los ecotipos con su alimentación y estrategias de caza? Por supuesto.
Nacer en una manada u otra determinará lo que las madres y abuelas enseñen a las crías para ser parte del grupo. Desde una comunicación y lenguaje únicos, hasta estrategias de caza que han sido perfeccionadas durante cientos de generaciones y que otros ecotipos de orcas no serían capaces de protagonizar.
8 estrategias de caza de las orcas
PERSECUCIÓN DE PRESAS
Una de las estrategias de caza de las orcas que más ampliamente distribuida está en los distintos ecotipos. Es quizá una de las técnicas más básicas de caza, pero no por ello debemos infravalorarla. No todas las presas son igual de fáciles de perseguir. Está claro que un león marino indefenso en mitad del océano tiene poco que hacer si quiere escapar, pero… ¿qué ocurre cuando hay que perseguir a un elefante marino que puede descender hasta los 2000 metros de profundidad? ¿Y a un zifio?
Desde luego, cuando de perseguir se trata, las orcas del Estrecho de Gibraltar son las que más premios han ganado después de pulir una gran estrategia durante años. El atún rojo, su presa favorita, alcanza más de 70 km/h mientras que la orca no llega a los 60 km/h. Sin embargo, la resistencia no es la misma. Las orcas persiguen a los atunes hasta que, agotados, son devorados por el grupo. Separadas por más de 100 metros durante la persecución, las orcas se comunican entre ellas para no perder la formación y que así la presa no escape. Estas orcas, transeúntes, pasan el invierno en el ártico y el verano en el Golfo de Cádiz y en el Estrecho.

OLA DE ARRASTRE
Más conocido en la comunidad internacional como wave-hunting. Una de las técnicas más populares en el saber general de aquellos que muestran algo de interés en las maravillas de la naturaleza. Desde luego, no es para menos. La inteligencia, capacidad comunicativa y coordinación que denota esta estrategia de caza de las orcas pone de manifiesto las altas capacidades cognitivas de estos animales. Algunos de los ecotipos que viven en la Antártida son los protagonistas de esta gran estrategia.
AHOGAR BALLENAS
Sin duda, una de sus más destacadas capacidades. Fue su depredación sobre los seres más grandes del planeta lo que les dio su erróneo y conocido nombre de ballenas asesinas o killer whales. Los balleneros vascos así las denominaron, pero con un pequeño matiz. El orden de las palabras era otro. Asesinas de ballenas fue el nombre original que estos animales recibieron. De una mala traducción y de un interés económico surgió su fama de seres despiadados a los que temer, y cómo no, matar. Aunque lo cierto es que no hay registros históricos de orcas salvajes atacando y/o depredando a seres humanos.
Alguno de los ecotipos que más se ha observado cazando ballenas es el que frecuenta las aguas australes. La estrategia de caza de las orcas para dar muerte a las ballenas es una muestra de coordinación y fuerza. Cuando localizan la presa, la manada entera va a por ella. La hacen nadar rápido para que el agotamiento llegue antes. Después, mientras los machos (más grandes) le embisten y hunden, las hembras y crías le muerden las aletas y los costados. Llega un punto que la ballena, fatigada, no puede más y se ahoga al no poder respirar. Lo más común es que las orcas sólo se coman la lengua, su parte favorita, y dejen el resto del cadáver a los carroñeros.
VARAMIENTO INTENCIONADO
Quizá una de las estrategias de caza de las orcas que más se ha documentado ya que es posible observarlo desde tierra a apenas unos metros. Dadas las condiciones biogeográficas del lugar, la Península de Valdés es el único lugar donde un grupo de orcas ha aprendido a realizar esta técnica para alimentarse. Eso sí, no ocurre todo el año. Saben con total precisión cuándo aparecer. Febrero, marzo y abril son los mejores meses. ¿Por qué? Porque es cuando las crías de león marino nacen y empiezan a dar sus primeras clases de natación. Las playas de la península tienen una particularidad. A apenas 1 metro de la orilla, la profundidad desciende bastante, lo que permite a las orcas esperar escondidas para lanzar su ataque. Después, mediante unos movimientos ya aprendidos, la orca varada regresa al mar.
Los investigadores han observado cómo las crías se ponen en primera fila para observar la técnica con los ojos bien abiertos. Incluso en algunas playas cuando las condiciones son óptimas y hay poco riesgo de varar y no conseguir volver, los investigadores han visto a las orcas jóvenes ensayando la técnica mientras los adultos observaban. Increíble.
ESFERA DE PECES
Las orcas que habitan el Atlántico Norte (Islandia y Noruega) son las grandes especialistas. Gracias al trabajo coordinado del grupo, los peces se agrupan formando una esfera compacta contra la superficie. Acorralados por las orcas e intimidados por grandes burbujas que suben desde las profundidades, los peces no tienen dónde ir. Es ahora cuando empieza el festín. Las orcas empiezan a lanzar embestidas contra el cardumen que finalizan con un movimiento violento de su aleta caudal. De esta forma crean una fuerte corriente que desorienta a los peces y son mucho más fáciles de capturar. Uno a uno, el cardumen se desvanece.

CAZA SILENCIOSA
En algunas ocasiones las orcas dejan de lado sus grandes capacidades comunicativas para dar paso a una caza coordinada pero en silencio total. Los mamíferos marinos utilizan los ecos de sonido para comunicarse bajo el agua. Entre especies no consiguen entenderse, pero sí se pueden escuchar. Es por ello que las orcas cazan en silencio. Van en busca de otros mamíferos marinos. Las orcas transeúntes del Pacífico Norte ya mencionadas son el mejor ejemplo. Recorren las costas de Alaska apenas sin comunicación para poder sorprender a otros cetáceos. En muchas ocasiones, belugas. Una de sus presas favoritas. Puedes leer más sobre esto en este otro artículo:
VOLTEAR TIBURONES
La inteligencia de las orcas parece que no tiene límites. En algún momento alguien les debió de dar unas lecciones de anatomía y fisiología de tiburones. Si fue así, las orcas sudafricanas no faltaron ni un día. Sudáfrica es conocido como uno de los mejores lugares del mundo para ver tiburones blancos, siempre y cuando no anden las orcas cerca. Cuando llegan, los tiburones desaparecen durante semanas.
Mediante una embestida en el costado la orca consigue voltear al tiburón, el cual, cuando se queda panza arriba entra en un estado conocido como inmovilidad tónica. No se puede mover. Momento que aprovechan las orcas para, con una precisión quirúrgica, abrirle en canal y devorarle el hígado. Una deliciosa fuente de grasas. El resto del cadáver queda flotando a la deriva y con frecuencia acaba en las playas, lo que ha permitido a los investigadores saber más sobre este comportamiento tan peculiar.
ROBAR A LOS HUMANOS
El vínculo entre las orcas y los humanos en relación a la pesca tiene siglos de antigüedad. Algunas leyendas como la de la orca Tom narran la colaboración de las orcas con los barcos balleneros para cazar grandes cetáceos. Eso sí, con una condición. La lengua de la ballena debía ser la recompensa por la ayuda prestada.
En las costas de Cádiz se ha observado cómo las orcas se meten en las almadrabas para robar algún atún. Hay quien dice que los adultos ayudan a las crías a entrar para que practiquen ahí la caza del atún. Luego, con su peso hacen bajar las redes, y las crías salen. Cierto o no, lo que es seguro, confirmado por muchos pescadores , es que las orcas se han aprendido los horarios de pesca. Saben cuándo y a dónde ir para capturar algún atún con la ayuda de los barcos pesqueros.