Todo empezó hace unos años cuando la IUCN declaró en 2008 al rinoceronte blanco del norte (Ceratotherium simum cottoni) como una especie extinta en vida salvaje. La caza furtiva, el comercio de sus cuernos en el mercado oriental y la fragmentación de su hábitat acabaron con los pocos ejemplares salvajes que quedaban. En cuanto alguien daba el aviso de haber avistado un posible ejemplar, nunca más se le volvía a ver. Varias organizaciones tomaron la decisión de hacer todo lo posible por salvar de la extinción al rinoceronte blanco del norte.
Los últimos individuos conocidos vivían en 2005 en el Parque Nacional de Garamba, en la República Democrática del Congo. Eran cuatro. Un macho solitario y un grupo de tres: dos hembras y otro macho adulto. El gobierno aprobó un plan para trasladarles a un santuario de vida salvaje en Kenia debido al gran furtivismo que sufría esta especie, pero al final el traslado no se llegó a realizar. Desde entonces, nadie ha vuelto a verles. ¿Estarán escondidos en algún lugar? Ojalá fuera así.

Fue en 2009 cuando pusimos en marcha el plan para recuperar la especie. En el zoológico de la República Checa tenían seis ejemplares, cuatro de ellos aún en condiciones aptas para reproducirse. Dos machos (Suni y Sudán) y dos hembras (Najin y Fatu). El 20 de Diciembre fueron trasladados a Ol Pejeta Conservancy, un área protegida en Kenia, con la intención de que se aparearan al mejorarles las condiciones de vida y el bienestar. Ocurrió, pero no se logró la gestación. Se aparearon más veces durante varios años pero algo fallaba. Las hembras no quedaban gestantes. Lo peor aún estaba por ocurrir.
Salvar la extinción era cada día más difícil.

Los dos machos murieron. Suni murió en 2014 por causas naturales con 34 años de edad, y Sudán, uno de los animales más famosos de los últimos años por ser el único macho de su especie, murió en marzo de 2018. Los veterinarios de Ol Pejeta le sacrificaron con 45 años. Tenía varias infecciones cutáneas y una enfermedad degenerativa en las articulaciones y huesos. Quedaron Najin y Fatu, madre e hija, solas ante la labor de intentar recuperar su especie. La cosa no pintaba bien.
¿Cómo salvar de la extinción al rinoceronte blanco del norte con sólo dos hembras? ¿Era oficialmente el fin de la especie? Científicos de todo el mundo se negaron a aceptarlo. Por suerte en el zoológico del que vinieron Sudán y Suni aún conservaban muestras congeladas de su semen, pero la inseminación artificial (IA) no funcionó. Por alguna razón los óvulos de estas hembras no conseguían llegar a fecundarse.

– ¿Ahora qué hacemos? ¿Tenemos alguna otra opción?
-¿Y si probamos con fecundación in vitro? Salvar de la extinción al rinoceronte blanco del norte está empezando a ser ya algo personal. Nunca me perdonaré no haberlo intentado todo.
– Sabes que es arriesgado, se nos podría complicar y acabar muy mal. Pero sí, sin duda es la última opción que nos queda.
Un nuevo desafío: Extraer los óvulos.
No es nada fácil conseguir óvulos de rinoceronte. En otras especies es mucho más sencillo ya que no poseen una piel de 5 cm de grosor. Los ovarios están situados en la cavidad abdominal y en la mayoría de especies se puede acceder a ellos mediante una incisión en alguno de los flancos. En el caso de los rinocerontes, su gruesa piel tarda en cerrar bien las heridas, lo que podría acabar en una infección que pusiera en peligro la vida del animal. Un riesgo no asumible. Por suerte el Dr Hilderbrandt inventó un aparato que le permite recolectar óvulos con relativa facilidad.
El invento del veterinario consistía en un tubo lo suficientemente largo como para poder llegar al ovario, medía casi un metro y medio. Al final del tubo había una pequeña aguja encargada de pinchar los folículos del ovario y de ahí, gracias a un mecanismo de succión, se recolectaban los óvulos después de discurrir a lo largo del tubo. De esta primera extracción, en agosto de 2019, se obtuvieron 10 óvulos.

«Hay que hacerlo con mucha precisión, si no podrías pinchar un vaso sanguíneo con el diámetro del brazo de un niño pequeño. La hemorragia interna que provocarías seguramente acabase con la vida del animal.»
Dr Hilderbrandt
Por supuesto, el Dr Hilderbrandt a pesar de su gran experiencia no corrió el riesgo de dañar a Fatu y Najin y supervisó todo con un escáner de ultrasonidos 4D con el que veía en todo momento dónde estaba la aguja, los vasos sanguíneos, el ovario, etc. Una vez tenemos los óvulos, ¿cuál es el siguiente paso?
Salvar de la extinción al rinoceronte blanco del norte, una misión internacional.
Fue Cesare Galli quien tomó el relevo para la nueva etapa de esta carrera contrarreloj. Nada más extraídos, los óvulos se trasladaron al Avantea private Lab, en Italia, donde trabaja el profesor Galli, un experto en fecundación in vitro (FIV).
Las muestras de semen de rinoceronte tienden a ser de mala calidad ya que su obtención suele ser por electroeyaculación. Una descarga eléctrica provoca que el animal eyacule, pero también provoca la salida de otros líquidos como la orina. Cuando se mezclan, el esperma pierde calidad.
Aún así, Galli parece haber dado con la clave. Después de años perfeccionando la técnica con otras especies de rinocerontes como el de Sumatra, el profesor tenía la esperanza de que su técnica también funcionaría para salvar de la extinción al rinoceronte blanco del norte. Y así fue. ¿Cuál es el secreto?

Al parecer, someter al óvulo y al esperma a una pequeña carga eléctrica favorece la fecundación, y por tanto, la formación del embrión. A raíz de la primera extracción de óvulos consiguió dos embriones. Cuatro meses más tarde, en diciembre de 2019, otro más. Y hace un mes, Ol Pejeta Conservancy comunicaba a través de sus redes sociales que en diciembre de 2020 se habían conseguido dos embriones más. A día de hoy contamos con un total de cinco embriones. ¿Conseguiremos que se desarrollen? Necesitamos un vientre de alquiler.
Se buscan madres adoptivas para salvar de la extinción al rinoceronte blanco del norte.
Por desgracia, ni Fatu ni Najin llevarán a cabo la gestación a pesar de haber sido las donantes de óvulos. Las patas traseras de Najin son demasiado débiles para someterse a otra gestación, y Fatu, a pesar de no haber gestado nunca y tener una edad óptima para ello, tampoco será la responsable de salvar a su especie. ¿Por qué?

Stephen Ngulu, veterinario en Ol Pejeta, descubrió a través de una ecografía que Fatu carece de revestimiento interno en el útero, es decir, no posee lo que en anatomía se conoce como endometrio. La estructura responsable de nutrir al embrión. Sin endometrio no hay gestación posible. Pero, si no son ellas las madres de esos embriones, ¿qué alternativa queda?
El rinoceronte blanco del norte tiene un primo-hermano con quien tiene muchas cosas en común, el rinoceronte blanco del sur. Ambos pertenecen a la misma especie, el rinoceronte blanco, que a su vez se divide en estas dos subespecies. Será un grupo de hembras salvajes de la otra subespecie las que se encarguen de gestar a los embriones, pero no todo es tan fácil como parece. En algunos zoológicos ya han intentado implantar embriones en estos animales y no ha funcionado. Los científicos han diseñado un plan.
Primero viene el sexo y después el embrión.
En algunas especies, como la nuestra, a través del ciclo menstrual se puede averiguar cual será el momento óptimo para implantar un embrión. Sin embargo, otras especies, como todos los felinos, liberan el óvulo una vez se ha producido la cópula, y es por tanto después de este acontecimiento cuando llega el mejor momento para que el embrión se implante. ¿Serán los rinocerontes igual? Aún no lo sabemos, pero los expertos piensan que una cópula quizá aumente las probabilidades de que la implantación sea exitosa.

El plan consiste en juntar a las hembras salvajes en un gran recinto con un macho esterilizado. El macho detectará cuando las hembras son receptivas y tratará de montarlas. Si lo consigue, los veterinarios anestesiarán rápidamente a la hembra e introducirán uno de los embriones creados por el profesor Galli. Después sólo queda esperar a que ocurra lo que tiene que ocurrir.
¿Es ética esta forma de salvar de la extinción al rinoceronte blanco del norte?
Es posible que para muchos sea un tema controvertido. Incluso para algunos amantes de los animales y la naturaleza que les encantaría que esta especie no se extinguiese. ¿Es ético crear embriones en un laboratorio? ¿Es ético implantar un embrión de una especie en el útero de otra? La respuesta a estas preguntas se la da cada uno a sí mismo, pero pienso que es importante pensar en el porqué de todo esto. ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué intentamos salvar de la extinción a esta especie?
Es cierto que debemos dejar que la vida salvaje fluya por su cauce natural, pero ¿consideramos natural que una especie se extinga debido a nuestra caza? ¿hasta qué punto lo que hacemos como especie es parte del cauce natural de las cosas? ¿aplicar en la conservación las innovaciones de la ciencia podría ser también parte del orden natural?.
Si no fuese por la caza furtiva ahora mismo no quedarían dos ejemplares de rinoceronte blanco del norte y no estaríamos en esta situación. ¿Es justo intervenir una vez ya hemos alterado el orden natural?. Ha llegado el momento de devolverle a la naturaleza lo que le hemos arrebatado durante años.
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«La mayor amenaza para nuestro planeta es la creencia de que otra persona lo salvará»
Robert Swan
Super interesante, como siempre. Tu estilo, y tu manera de «storytelling» lo que me dijiste hace tiempo… Se nota, y se està mejorando con cada artìculo!
Muchas gracias por tus palabras Reut!! Me alegro mucho que te haya gustado 🙂